Recuerdos.
Todo
comenzó con una canción, con un baile y con un juego. Keren miraba sin mirar,
con la galaxia entre sus pestañas, con el rojo brillante que se iba borrando
por cada pasar de su lengua... Era la fiesta de fin de año, éramos nosotros dos
y el mundo que se borraba cada vez que sus ojos se atravesaban con los míos. Tenía
17 y ella era solo un año menor que yo, pero esa chica lo tenía todo, decisión,
madurez y un alma que parecía robar parte de la tuya con solo respirar un poco.
La conocí por mera casualidad, aunque si el amor fuera realmente cierto, no
estaría donde estoy ahora, mirándola de lejos, mirando su espalda blanquecina
mientras sube a tomar la mano de él.
Era agosto,
y el aire desprendía el olor a verano, calor, vapor, humedad. Acababa de llegar
al apartamento, 302, tercer piso, vista a la playa y todo el cuarto
completamente solo, la vida normal, lo normal en mi plano normal. Tener 26 y
ser novelista dice mucho de tu vida, empezando, por el hecho de que nunca creí
ser novelista, pero por desgracia es otra cosa por la que la puedo culpar a
ella. La inspiración llega simplemente de las cosas más mundanas, de lo más
simple, desde lo más alegre a lo más roto... Ella me había roto. No. No es
cierto, yo me había roto.
Me quité
la chaqueta, me acosté en la cama mirando al techo blanquecino, pensaba dormir
cuando sonó el timbre...
¿Una
carta? No. Una invitación, su boda era dentro de una semana, “Una semana” –me
dije como tratando de entender-, realmente no sabía que pensar, es más, no quería
pensar, pero igual lo hice, y la llamé. Me citó en una cafetería al lado de
nuestro antiguo colegio, y yo mientras aguantaba la respiración agitada de la
presión de escucharla, me volvía loco, de pensar en verla y de pensar en que
esto era real.
Eran
las tres en punto de la tarde, las tres y ella aun no llegaba, ¿Me dejaría
plantado? O ¿Realmente esto era una broma?, trataba de sentirme aliviado de
pensar en la idea de que era una broma, y que nada de esto era real, y solo
había sido engañado, lo cual resultaría mucho más reconfortante. Y llegó. Keren
llegó, vestida de blanco, con su cabello como el sol. Cambió, cambio su
cabello, su corte que era largo, su sonrisa y cambió la provocación, o eso
creí.
Conversación
lenta, recordando el pasado y contando nuestro presente. Quería que cambiara,
su humor, el tono de su voz, sus dientes perlados, sus ojos galácticos... Me
miraba raro, me sonreía raro y le pregunté: “Seré directo. ¿Por qué me has
citado aquí? ¿Por qué me invitaste a tu boda?”
“La verdad,
me he comprometido hace unos meses, todo ha pasado como la lluvia, el aviso era
corto, pero la espera era larga, será dentro de una semana, pero... – hizo una
pausa, tal vez para pensar- no sé si quiero iniciar mi vida de casada ahora, la
verdad me siento insegura, asustada, y sobretodo, siento que no he vivido una
aventura real... Me hace falta amigos reales, me hace falta acción, una
historia oscura, un pasado más. No sé si entiendas a que quiero llegar”
Keren
me va a matar, ojalá ella pudiera cambiar. “Quieres que yo te de una aventura
–dije-”. “Si, necesito que seas tú – respondió-”. No sé cómo pasó el tiempo, no
sé dónde estaba mi mente, la luz de la habitación me hizo reaccionar, la música
sonaba en mi cabeza “Nou nou nou – Marvel Boy”, piel blanca y un bronceado leve
bajo el bralette, ropa caída en el piso, mi camisa caía debajo de sus dedos,
debajo de mis pies, mi piel erizada, manchas rojas de labial, saliva y un poco
más... Mis manos tomaron sus manos de forma automática, el empuje suave, las mordidas
y sus pechos... Pequeños, redondos, suavidad, curiosidad, yo no podía parar,
quería pero... No podía, no podía parar. Dentro, dentro, uno, dos, sexo y sexo.
Apretar, agarrar, gemir...
Terminamos
sentados. Ninguno podía borrar eso, ninguno se podía arrepentir. Camino a casa,
volví a fumar, como cuando era joven, por la presión, porque necesitaba llorar,
porque me sentía frágil, ansioso. Lloraba por ella, lloraba por mí, lloraba
porque no entendía, ¿De verdad yo la amaba? ¿Amaba su cuerpo, su cabello, su
sexo?... Amaba que estuviera cerca, amaba que no estuviera, amaba que sonriera,
pero también la amaba molesta. Amaba empezarla a odiar, amaba que todo pronto
iba a terminar, amaba que su imagen ahora estaba rota, amaba que su sonrisa que
había muerto, que era un recuerdo molesto.
Es una
estúpida mujer, una estúpida mujer que buscó a un estúpido hombre al que nunca
amó... Pero es sucia, es oscura y yo no la puedo odiar aún, me utilizó de la
mejor manera, buscando sentirse amada, buscaba sentirse calmada, de que no
importaría volver a su vida normal al terminar, que sabía que podía volver a la
cama de su amante real, y que este la miraría, pero ella podría sonreír,
besarlo y dormir... Pero yo quedé aquí. Solo con el cigarrillo, ahogado en el
frio de la noche. Culpo el deseo, pero culpo el no haber parado cuando aún su
pecho no se asomaba para asombrarme, o cuando sus besos me rozaban el cuerpo, o
cuando sus manos me aruñaban... Simplemente lo siento.
Han
pasado 3 días, y no la he vuelto a ver, pero eso está bien, o eso creo, porque
puedo dejar de llorar, porque puedo pensar que no la quiero, porque puedo
imaginar que la odio. Puedo mentirme. Pero no, porque ella es esa estúpida
mujer que vuelve a llamar, llorando, y yo corro, porque aun la amo.
Y ahí
está, en su vestido blanco adornado con pequeñas perlas color marfil en el
pecho, subiendo las escaleras, recordándome que simplemente debo dejarla,
dejarla ir, porque yo, yo no puedo hacer nada, aunque si el amor fuera
realmente cierto, no estaría donde estoy ahora, mirando su espalda blanquecina mientras
sube a tomar la mano de él.
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