Cotidianidad - Parte 1

Caminamos en un mundo de violencia, nadie nunca va por la calle diciéndolo, pero yo lo sé. En sus cabezas está el miedo, ese miedo es fuerte, nadie quiere morir... No. Nadie lo quiere... Ni siquiera yo. ¿Pero a quien le importa?

Hay millones de historias por ser contadas... Como cuando mataron a mi perro, o violaron a mi vecina ¿No lo sabían? Bueno, es comprensible. Nadie se interesa por las minorías, creo que ni siquiera yo a veces, solo camino por las calles como ahora y pienso en mí, no pienso en Jeannd que murió anoche, no pienso en Caner, a quien le secuestraron a su hija....

Vaya mentira, -me he detenido y mirado la tienda de periódicos-, aquí hay cientos de noticias, miles y de todo el mundo... Algunas no son más que farándula ¿Dónde quedan los casos importantes? ¿A mí que me importa que coma ese actor? ¿O lo que haga de su vida sexual?

Si muero hoy... Si muero aquí y ahora... ¿Importaré tanto como estos actores?

Realmente, no lo sé. Estoy aterrado, ¿Cuándo nos convertimos en esto? ¿Desde cuando dejamos tan de lado nuestra seguridad ser remplazada por farándula?

No pude más, seguí caminando, las manos dentro de los bolsillos de mi chaqueta y la cabeza mirando al cielo. Desearía hacer algo, pero no sé cómo hacerlo... Maldita ciudad. Maldita cobardía.

Han pasado 3 minutos más de recorrer las calles del centro, pero he estado tan sumido en mi cabeza que no los he sentido, solo el choque con Kathy me hizo volver a la realidad. Kathy, su sonrisa era un mar de esperanza, siempre brillante... Sus ojos, tan azules y tan oscuros como el océano, me hundía en ellos y todo el mundo se iba. Solo hay una cosa que podría definirla. Sol.

Jamás le dije mis pensamientos, pero si conversé con ella, de hecho, estuve en su casa. El tercer mundo es un lugar complicado, pero nada es más complicado que cargar en sí mismo el peso de pensar en cómo arreglar al tercer mundo. Fue la primera vez que lo vi, su mirada despistada, su casi no sonrisa. Ella no era ella. ¿Y yo?

Podría jurar que fue el momento, pero no lo fue. Podría jurar que ella quería, pero no. Fue la soledad.

Bien, los corazones afligidos buscan otro corazones iguales o peores a los suyos. Y yo estaba con ella. No diría que el despecho es lo normal, pero fue la cereza que le dio inicio a parte de la mejor tarde de mi vida, hasta el momento.

Siempre lo he sabido, su piel es blanca, pero bajo los ropajes es aún más blanca. Es suave, es dulce y es pequeña... Por dentro y por fuera. Amé todo de ella, aunque no era ella. La amé más.

Nadie conoce a nadie. Una vez se van los ropajes, terminas de ser tú y eres otro. Salí casi a la noche, debía llegar a casa. Volvería a estar solo, volvería a no importar.

En casa soy yo y la noche. Estaba cansado, agotado. Todo era pésimo y sé que ella no volvería a estar en mi cuerpo. Era doloroso y muy placentero pensar en tocarla....

Y volvieron las preguntas. ¿El mundo pasa así de rápido? 

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