El amor.
Otra noche... Piel rosácea, un olivo tinturado por el calor, mi calor... ¿Es fuego? Sí, pero no solo es fuego, no solo es la moto o su chaqueta de cuero... Tampoco son sus labios, o bueno, pueden ser sus labios, ¿Pero solo sus labios? No son solo sus labios, o su cuerpo, o piel. Me acarició mi espalda, me tocó el cabello. Ruido. Tampoco es eso. Es amor – susurré-.
Te amo, Elena. ¿Tú me amas?, me amas, no necesito más que tus ojos para entender que me amas... ¿La vida me dio un golpe para poder subir? No importa. Solo quiero subir, quiero bajar también...
El amor es como esa bolsa de papitas, un día elijes las papitas naturales y resulta que entre todas esas papas está la que tiene sabor, la que es diferente, la que te embriaga y te confunde, porque, aunque pueda parecer un error... No. Una casualidad, es lo que te llena, te hace pensar que la vida es mejor, y de un momento para otro, solo no puedes dejar de pensar en esa papita... Así eres para mí, Elena. Eres simplemente, lo que me llena.
Te amo, Elena. ¿Tú me amas?, me amas, no necesito más que tus ojos para entender que me amas... ¿La vida me dio un golpe para poder subir? No importa. Solo quiero subir, quiero bajar también...
El amor es como esa bolsa de papitas, un día elijes las papitas naturales y resulta que entre todas esas papas está la que tiene sabor, la que es diferente, la que te embriaga y te confunde, porque, aunque pueda parecer un error... No. Una casualidad, es lo que te llena, te hace pensar que la vida es mejor, y de un momento para otro, solo no puedes dejar de pensar en esa papita... Así eres para mí, Elena. Eres simplemente, lo que me llena.
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