Desconcierto.
Creo
que todos lo saben, todos menos yo. Realmente no sé de qué hablan, unos cuentan
sucesos de ayer, pero otros dicen que ya pasaron años desde entonces. Realmente
no sé a quién creerle. No sé qué me pasa, supongo que tampoco sé a dónde voy,
todos van caminando a mi lado, pero parece que nadie ha logrado notarme.
Siempre
camino por las calles del pueblo, la gente pasa una y otra vez. Se ven felices,
o eso creo. Los niños de mi edad se ven siempre tan alegres con sus padres,
caminan de su mano y sonríen… Mi pelota roja me reconforta. Los niños grandes
no lloran. No lo hacen.
Hoy
jugué con mi pelota roja, quizás mi objeto favorito desde que papá no está.
Papá se fue y no sé a dónde… tampoco sé cuándo volverá, pero él dijo que lo
vería pronto, que lo esperara. Adoro jugar con ella, no es muy grande, pero es
redonda, es brillante y me da seguridad. Me hace feliz.
Hoy
es el día 15 desde entonces, o eso supongo yo, a veces no sé qué día es o la
hora en la que me encuentro, me siento perdido y solo camino. El pueblo es un
tanto diferente a cada paso, o eso creo yo, hay casas más grandes y hay
personas que nunca había visto. El caso es que jugaba con mi pelota roja, la
arrojaba a la pared y esperaba su regreso; los niños nunca me ven, pero cuando
juego con ella se alejan de mí. Madre murió cuando yo tenía cinco años, murió a
causa de una enfermedad… el pueblo nunca la ayudó, nunca lo hizo.
Aun
puedo recordar sus voces, sus manos sobre mi cabello y el calor de sus abrazos,
eso es lo que me hace feliz últimamente, o de eso trato de convencerme. Tengo
nueve años, soy muy joven, lo sé, pero creceré. Solo han pasado seis días, o
quizás siete, todo es diferente, pero me sigo sintiendo igual. Mírenme, estoy
aquí, caminando, y sonriendo siempre. ¿Es normal no sentir hambre? Haré de
cuenta que sí, porque ya no lo sé, hace mucho que no he vuelto a sentir el vacío
en mi estómago… ojalá así fuera con mi corazón.
Papá
aun no llega, no lo hace y ya me he empezado a sentir muy solo, demasiado solo,
quiero llorar y rendirme, dejar de caminar, pero papá dijo que lo esperara. Y
lo haré, por mí y por su pelota roja favorita.
Hoy
es un día más… o quizás una noche, eso supongo, porque realmente no lo sé. He
recorrido de nuevo las calles del pueblo, cada vez es más distinto a como lo
recuerdo. El mercado es más grande, las casas miden más que los arboles, y
todos hablan de manera muy extraña. Recorrí todo, cada rincón una o dos veces y
llegué al gran castaño, he trepado un rato y he notado lo pequeño que es todo
cuando creces, es como tener una pequeña ciudad de juguete. Es muy bonito todo.
Estoy llorando. Todo es muy bonito, pero igual estoy llorando.
Los
niños grandes no lloran.
Papá
me dijo que sea fuerte por los tres, quizás debió pensar que estaba listo para
esto. Siendo sincero, no estoy listo para nada. Es difícil cargar con un peso
mayor en tus hombros, y aun así hacer de cuenta que nada te afecta. En serio,
estoy llorando mucho. Ya los escuché hoy, ya los vi a todos, ya hui y ya
desaparecí.
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